Por Ana Pereyra -CDP-NJ-
Una mezcla de excitación y temor. Cada viaje es único y diferente. Cada persona envuelto en si mismo, apenas cruzan una tímida mirada total que importa quien esta a nuestro lado, si cuando lleguemos a nuestro destino final, no recordaremos al quien estuvo en el entorno.
Usar el transporte subterráneo para trasladarnos hacia el trabajo o simplemente para pasear, resulta muchas veces todo un espectáculo digno de una película de Hollywood o una obra de Broadway, debido a todas las cosas que suceden durante el recorrido.
Muchas rayan en lo insólito, otras dan risa o simplemente ganas de llorar y lo que es peor a veces suceden en el justo lugar donde nos encontramos, a centímetros de nosotros y no nos damos cuenta.
Cada uno va sumido en sus pensamientos, en sus problemas y apenas “vemos” al vecino que esta sentado a derecha, izquierda o casi encima de nosotros.
Como si se tratara de la alfombra roja de los premios Billboards o los Oscar van “desfilando” seres humanos con diferentes caracteres: políticos, socias entremezclándose la genialidad que se manifiesta en cada uno de ellos. Primero desafiante y creyéndose ser Donna Summer una joven entona la canción Gloria, al finalizar su actuación, extiende una caja hacia los usuarios para que le retribuyan su arte, que al publico a mostrado.
Es el “modus vivendi” que adquirido para subsistir en la agonizante vida que el destino le ha dispensado.
Todo esta cronometrado, tan pronto reúne unos centavos, sale la joven de escena, y cambia de vagón, entonces la puerta del tren se abre y entran dos travestis con complejo de Shakira o de una serpiente, y aunque no cobrar, porque van en busca de sabrá Dios que, también montan todo un espectáculo.
Mas que los travestis, se robo el show un borracho que dormía y despertó con los gritos de uno de ellos, que mientras bailaba lanzaba gemidos sexuales, lo que motivo que el alcohol le revolviera los sentidos al embriagado y contestara frases cargadas de erotismo, lo que provoco risas al “publico” y alegría para el ciudadano anglosajón ,que supongo estaba loco por llegar a su destino final, primero por la cara que tenia y segundo, porque la improvisada vedette le ponía su despeinada peluca casi en su carra fue todo un acontecimiento, que termino cuando las ‘nenas” se vieron obligadas a abandonar el tren por haber llegado a su parada.
Al vagón no le cabía un “mandado”, pero ellos no podían dejar de desfilar por la afamada alfombra roja. Son unos muchachos que montan una especie de show de acrobacia, en un reducido espacio brincan mas que un trompo, se ponen con los pies para arriba y la cabeza hacia abajo, y empieza la función; siempre albergo el temor de que le van a dar una patada a alguien, pero los jovencitos saben su asunto.
Le toca el turno a un hombre joven, que dice ser ciego, pero aunque lleva basto camina tan derecho, que su incapacidad se pone en duda y no colecta nada, pero tras su trayecto parece que olvido algo dentro de sus pantalones, y a su paso va dejando un “aroma” no muy agradable, que hace que la “audiencia,” al unísono se lleven las manos a la nariz, y su semblante cambie de acuerdo a la contextura de su piel.
Y durante todo el trayecto al trabajo van desfilando diferentes personalidades, mendigando, cantando, bailando, haciéndose los locos, tratando de robar, muchas veces se producen agresiones físicas, en forma muy violentas, y esto sin contar la hora destinada en que los estudiantes salen de las escuelas, este acontecimiento inspiraría un trabajo por separado, debido a la diversidad con que acontecen los hechos estudiantiles, son múltiples los acontecimientos durante nuestro recorrido y muchas veces no se ve ni un agente de la policía que le garantice un feliz viaje al usuario.
Otras veces, pagando usted por el servicio tiene que ir de pie porque un desamparado se acuesta en los sillones de los trenes o porque el olor es tan desagradable que tiene que cambiar de carro.
Y aunque, gracias a las diferentes situaciones que acontecen en los trenes, el traslado de un lugar a otro se hace menos aburrido, las autoridades competentes deberían de tomar medidas pertinentes para que los usuarios reciban mejores atenciones por los servicios que pagan, aumentando la vigilancia dentro de los vagones, ya que esto daría más confianza y seguridad al usuario.
martes, 29 de abril de 2008
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