lunes, 13 de julio de 2009

La Iglesia y su doble moral.

Por Ana Pereyra

A raíz de los últimos escándalos suscitados con figuras emblemáticas de la Iglesia católica, alguien me recomendó leer “La Vida Sexual del Clero”, del escritor español Pepe Rodríguez, para que conociera más a fondo sobre la doble moral de los sacerdotes dentro de dicha institución religiosa.

Crucifijo de la Iglesia del santo Espíritu en Florencia, Italia, escultura de Miguel Angel

Cegada por la creencia inculcada en el seno del hogar, sobre la supuesta buena reputación moral y espiritual de los presbíteros, al escuchar de los hechos bochornosos y vergonzosos que envuelven una parte importante del clero, opte por comprar el libro, y mi sorpresa ha sido tal, que he querido compartirlo con mis lectores.

Las explicaciones expuestas en él, van más allá de los tantos hijos que haya tenido el ex obispo y ahora presidente, de Paraguay, Fernando Lugo, o a las fotografías divulgadas, sobre el romance en una playa, del Padre Alberto, con una mujer.

La Vida sexual del Clero, cita por sus nombres, las aberraciones cometidas por los llamados representantes de Dios en la tierra, desde los abusos a mujeres y niños, sin importar tengan estos algún retraso mental.

Cada vez que un sacerdote comente una violación a un menor, o mantiene una relación sentimental con una mujer, aún cuando esta sea casada, el arzobispado en lugar de sancionarlo, su único castigo es cambiarlo de parroquia o enviándolo a “una misión” a otro país.

Por problema de espacio, no podemos mencionar los curas que cita el libro, pero referiré los mas relevantes, empezando con el sacerdote, Ignacio Ruiz Leal, quien abusó y violo a niños con deficiencias mentales, internos en la Asociación de Padres y Amigos de Deficientes Mentales, de Cuenca, (ASPADECO).

En el juicio que precedió la acusación, fue montado un show, donde el implicado sólo duró 13 días en prisión, tras pagar una fianza de 65.000 pesetas y el deposito de otros 4 millones de la misma moneda, por concepto de fianza civil. Después del repugnante acontecimiento, el cura Ruiz sigue sirviendo al Señor y “ayudando” a su comunidad.

La desfachatez de sacerdotes es tal, que en nombre de Dios y la comunidad, se convierten en amantes de las esposas de los feligreses, de los buenos cristianos que ayudan a sus parroquias, tal fue el caso del sacerdote, Antidio Fernández, asesinado por su mejor amigo en la feligresía, por encontrarlo con su esposa, en un hostal madrileño.

El libro relata sobre los sacerdotes que son asiduos visitantes de prostíbulos; los que sostienen relaciones sexuales con menores y luego de un embarazo, la inducen al aborto; su abuso se expresa en tomar la sotana para satisfacer sus deseos carnales y cómo la jerarquía eclesiástica calla y encubre la perversidad sexual de sus párrocos.

Curas homosexuales: el padre Francisco, (para citar uno sólo) un hombre joven que nunca ha querido renunciar a su vocación religiosa, ni al homosexualismo, afirma públicamente, “soy sacerdote y valoro mi homosexualidad, como si la aberración en el hombre, fuera parte de los planes de Dios.”









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