El nuevo proyecto contempla la instalación de controles antirradiación a una distancia de hasta 50 kilómetros de Manhattan La ciudad de Nueva York se dispone, esta próxima primavera, a convertirse en el mayor campo de pruebas para la detección y prevención de ataques con armas radioactivas en todo el país, en el momento en que dé comienzo un costoso proyecto de instalación de detectores de ataques nucleares terroristas en el puerto de Staten Island y, a finales de 2007, en puentes, túneles, carreteras y autopistas de la ciudad, hasta completar un perímetro de más de 50 kilómetros de diámetro, según informó el viernes el diario estadounidense 'The New York Times'.
El objetivo de este nuevo proyecto, impulsado por la administración Bush, será evitar los ataques terroristas mediante armas nucleares y 'bombas sucias' -- artefactos que combinan bajo poder de detonación con alta carga radiológica, más orientados a la contaminación del entorno y las personas que a la destrucción material--.
De tener éxito, el proyecto sería probado en otras grandes ciudades estadounidenses, en lo que supone un cambio radical en el modo de actuar del Departamento de Seguridad Nacional, que ahora centra su actividad en intentar detener operaciones terroristas que empleen armas construidas dentro de Estados Unidos.
"¿Como creas una contingencia contra el terrorismo?", se preguntó el director de la Oficina de Detección Nuclear Interna (ODNI) , Vayl S. Oxford. "Pues complicando la habilidad del terrorista para hacer lo que quiere", contestó.
NUMEROSOS PROBLEMAS
Sin embargo, la campaña no ha comenzado todavía y algunos miembros del Congreso, así como expertos en antiterrorismo, están expresando su preocupación sobre una iniciativa que, siguiendo la línea de anteriores operaciones diseñadas por el Departamento, podría ser extraordinariamente cara y extremadamente ineficaz.
"Es simplemente un disparate total", afirmó una ex secretaria adjunta del departamento de Energía durante la era Clinton, Tara O'Toole. "Están olvidando que no importa qué clase de solución encuentren: están luchando contra un enemigo que piensa, y que buscará una forma de esquivarles", señaló O'Toole, encargada de supervisar los esfuerzos de seguridad nuclear en el país durante la anterior Administración.
Si bien el Departamento de Seguridad Nacional ha declinado hacer estimaciones, algunos documentos de la agencia obtenidos por el diario estadounidense señalan que el Gobierno podría gastarse más de 1.000 millones de dólares sólo en la primera fase del plan, que comprendería la instalación de detectores en el puerto de Staten Island para examinar el interior de los contenedores de carga.
Otro foco de preocupación se encuentra en las dudas de la Policía local. Muchos agentes temen que recaiga sobre ellos la responsabilidad de mantener la compleja la red de detección, cuando termine de completarse dentro de unos años. "Nos preocupa que adelanten dinero para equipamiento y que entonces lo abandonen en favor de otro proyecto", declaró el Comisario de Policía de Nueva York, Raymond W. Kelly, que en ningún momento desdeñó el proyecto, aunque se limitó a puntualizar que "funcione o no, causará demasiadas falsas alarmas, que desembocarán en otra nueva serie de problemas".
El director de la ODNI afirma ser consciente de las preocupaciones en torno al coste total, que todavía está sometido a negociaciones, así como de la fiabilidad de las nuevas máquinas de detección. Sin embargo, Oxford entendió que la amenaza nuclear no espera a que se solucionen todos los detalles. "Nuestra filosofía no se basa en alcanzar la perfección, porque la perfección nunca llega", sentenció.
La ODNI es la más reciente de las agencias derivadas del Departamento de Seguridad Nacional, establecida en abril de 2005, en respuesta a las críticas por la supuesta desorganización en la lucha contra el terrorismo nuclear.
Básicamente, la Oficina se centra en desarticular dos tipos de tramas: un ataque nuclear y un ataque con 'bomba sucia'. Dada la dificultad que supone para los terroristas conseguir los componentes de una bomba atómica --como uranio enriquecido--, el uso de 'bombas sucias' es mucho más factible, puesto que solo es necesario conseguir material radioactivo de uso relativamente común, como cesio o cobalto, que se encuentran en máquinas para uso médico.
Estas bombas son también conocidas como 'armas de disrupción masiva' dado el caos que tendría lugar tras su detonación, que si bien no causaría daños materiales o víctimas mortales inmediatas, obligaría a los efectivos de descontaminación a cerrar barrios enteros para proceder a las tareas de limpieza.
NUEVA YORK BAJO CONTROL
El experimento de Nueva York, conocido como Red de Detección para Asegurar las Ciudades, pretende impedir ambas clases de ataque tan lejos de la ciudad como sea posible, ya que "si se detectaran en el centro de Manhattan, sería demasiado tarde", afirma Oxford.
Con toda probabilidad, la red comprendería una flota de camiones de inspección, equipados con instrumentos para la detección de radiación, y que circularían por las autopistas neoyorquinas. Además, dichos instrumentos también estarían instalados en cabinas de peaje, y puntos de control de trenes, barcos y tráfico subterráneo. Se trata de una ampliación y profundización del operativo antiterrorista desplegado en Nueva York, que sería en esta ocasión más extenso y que comenzaría a mayor distancia de la ciudad.
El comisionado Kelly señaló que, al menos inicialmente, la ciudad emplearía los primeros equipos de detección para rastrear a los vehículos que se dirigieran hacia la zona del Lower Manhattan, donde se encuentran Wall Street o la sede de Naciones Unidas. Además, el proyecto serviría de complemento a otro programa destinado para registrar electrónicamente las placas de matrícula de los coches, así como para detener el tráfico de vehículos, con el objetivo de crear "un anillo de fuego" alrededor del distrito financiero de Nueva York.
El diseño actual del sistema de Seguridad Nacional y sus protocolos de respuesta ante emergencias terroristas de esa índole todavía están pendientes de negociación entre el Gobierno federal y las autoridades del estado de Nueva York y de las ciudades de Nueva York, Connecticut y Nueva Jersey.
Las pruebas inmediatas que comenzarán en Staten Island, concretamente en la Container Terminal, pretenden eliminar las preocupaciones de los policías sobre falsas alarmas. Hasta el momento se ha instalado un sistema en dos fases: la primera detecta si existe radiación, y la segunda establece si las emisiones son inocuas o nocivas.
Varios funcionarios de la Oficina de Contabilidad del Gobierno, así como del Congreso, se muestran preocupados por las prisas del Departamento de Seguridad Nacional. Las pruebas iniciales han demostrado que el nuevo sistema no es mucho más efectivo que las máquinas existentes, mucho más baratas.
"Sabemos que este sistema va a ser caro", afirmó el senador Joseph Lieberman, presidente del Comité de Seguridad Nacional del Senado. "Necesitamos asegurarnos de que cumplirá con lo que promete", señaló
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